Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo
para que se sentara en ella; luego Aarón
y Jur le sostuvieron los brazos, uno el
izquierdo y otro el derecho, y así
Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol.
(Exo 17:12 NVI)
En
la parashá Beshalaj vemos tambalear el liderazgo de Moshé una vez el pueblo ya
había salido de Egipto. Los primeros tres versos del capìtulo 17 muestran las
contiendas que el Pueblo tenía con Moshé, dudando de su liderazgo, de su
capacidad y un anhelo por parte del
pueblo para volver a sufrir lo que
vivìan en Egipto.
Varias
fueron las herramientas que convirtieron
a Moshé en un líder positivo: No dudó de las capacidades del pueblo de
Di´s, delegó sobre hombres capaces y
ágiles, funciones que empoderaron al Pueblo de Israel, entendió que su cargo
fue designado por Di´s y podía ser
retirado por él, llevó al pueblo a una meta común y benéfica para todos…. pero
aún el mejor líder del mundo enfrenta divisiones, disensiones y temores de
aquellos a quienes dirige.
Esos
mismos problemas afronta el padre de familia. Al leer y releer los primeros
versos del capítulo 17 no deja de rondar en mis pensamientos la idea de mis
hijas en el carro y su frase puntal, aquella que repiten cada 5 minutos y aún
no se escucha en los labios de la pequeñita: “ ya llegamos?”.
Llega
el momento de todo padre donde sus hijos, o la familia que dirige, dudan de él,
de sus capacidades y su talento para que logre sacar la familia adelante. Tal
situación puede pasar en la adolescencia, en la adultez, o incluso en la edad
Escolar. No es una etapa que se identifique plenamente, ya que a lo largo de la
vida hay diferentes situaciones a enfrentar, y de la manera en que las
afrontemos, aseguraremos o debilitaremos la confianza de nuestros hijos.
Algunas
veces no somos conscientes que a través de nuestra conducta, pero sobre todo
una conducta asertiva, enseñamos a nuestros hijos a vencer sus temores y dudas
frente al futuro. Todo líder es un buen padre, y Moshé no era la excepción. A
pesar de las continuas quejas y reclamos del pueblo de Di´s, siguió confiando
en él, en sus capacidades y sus habilidades.
A
veces como padres creemos que lo mejor que debemos hacer es mostrar una imagen
de fortaleza, de que los hombres no deben llorar, no deben mostrar debilidad,
Incluso que no debemos aceptar ayuda de nuestros hijos, que podemos hacer las
cosas sin ayuda de nadie, todo alejado a la realidad, y al modelo bíblico que
propone Di´s en su palabra.
Es
interesante que inmediatamente luego de la dificultad y las dudas que tiene el
pueblo de Di´s, entra en escena Amalec y comienza una batalla entre él y el
pueblo de Israel. Probablemente parte de la familia de Moshé duda de él, pero
lejos de murmurar contra él o contender con él, deciden orar e interceder por
el Pueblo de Di´s. El texto bíblico menciona:
“Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo
para que se sentara en ella; luego Aarón
y Jur le sostuvieron los brazos, uno el
izquierdo y otro el derecho, y así
Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol.”(Exo
17:12)
La palabra en hebreo para firmes es “Emuná”, tal como
dice el original hebreo: “vayihi
yadav emuna ad-bo hashamesh”: no
solo obtuvo firmeza cuando su familia lo sostuvo y ayudo en la oración
familiar, también obtuvo fe en ellos, en el Pueblo, pero sobre todo en el
Señ´r, quien sería quien libraría la batalla.
Las mejores batallas en la vida las
ganaremos de rodillas. Una vida de oración y de testimonio a nuestros hijos,
los prepararán mejor para los retos y las batallas de la vida. Puede ser que
ellos algún día duden de nuestras capacidades, que el futuro sea incierto, pero
jamás durarán del Poder de Di´s que vivieron junto a sus Padres.
Angel Marceló
Psicólogo en Formación – Universidad Nacional
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