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martes, 20 de agosto de 2013

LA POLÍTICA Y EL DERECHO A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS: LA PRIMAVERA ÁRABE


LA PRIMAVERA ÁRABE

Los medios de comunicación han llamado así a una serie de movimientos sociales y políticos –convocados e impulsados principalmente a través de las redes sociales-, a las manifestaciones y los efectos de estos sobre los regímenes y/o gobiernos de algunos países árabes del norte de África. Atendiendo, tal vez, a la expectativa de un posible "florecimiento" de la democracia y con ella de las libertades, principios y valores civiles de occidente.

Esta primavera ha tenido lugar principalmente en países con gobiernos -dictaduras- de corte militar de larga data. Los expertos difieren acerca del momento, motivos y lugar exacto en que inició –e incluso en los detonantes, se habla de las manifestaciones en Sahara Occidental y en Túnez- pero en general se puede ubicar en Túnez aunque la de mayor visibilidad y efectos ha sido la de Egipto.

¿Y esto qué tiene que ver con nosotros? Pues que precisamente que, lo que al principio parecía una bocanada de aire fresco para estos países, lentamente ha ido degradando en más inestabilidad y pesadumbre para la sociedad y la misma estructura estatal al no lograr resolver el cómo y para dónde de ese cambio anhelado, la transición se estancó y de nuevo llegó el descontento, estos vacíos de poder están siendo lentamente llenados por facciones más radicales del islam o como lo señala Marcos Pecker, al no haber garantías para los gobiernos de transición se genera desconfianza en el sistema democrático legítimamente elegido llevando a las facciones más duras y menos conciliadoras a tomar el ejercicio del poder a mano propia. 

Facciones que pública y repetidamente han mostrado su desconocimiento y descontento por el Estado de Israel y su interés en entrar en una confrontación directa con el único país de la región que tiene una democracia efectiva.

Túnez

Relatan los medios que, el 17 diciembre de 2010, el joven tunecino Mohamed Bouaziz, profesional en el área de informática, pero que por las altas tasas de desempleo en su país era vendedor de frutas, se prendió fuego frente al ayuntamiento de su pueblo -Sidi Bouzid - en protesta por los atropellos cometidos por la policía contra él y por el decomiso de su única fuente de sustento. 

Este hecho, en apariencia aislado, fue el detonante o más bien la justificación que tuvieron otros tantos jóvenes tunecinos en igual o peor situación que él. Y que después desencadenó una serie de protestas que desestabilizaron y deslegitimaron al gobierno y que dieron como resultado el 14 de enero de 2011, apenas un mes después, el derrocamiento del dictador tunecino Zine el Abidine Ben Ali que por cerca de veintitrés años –en cinco presidencias- estuvo en el poder y que aunque elegido “democráticamente” era el único con opciones reales de ganar; antes de ser relevado el presidente intentó mantenerse en el poder a través de la promesa de cambios significativos en su gobierno –generación de empleo, mayor espacio político y público para los opositores e incluso la convocatoria a elecciones sin su presencia como candidato-. 

La transición inició y el presidente del parlamento tomó, con la obligación constitucional de convocar en tres meses a elecciones, la dirección del Estado tunecino. En medio de la conmoción y por qué no, emoción que despertó el levantamiento tunecino –vinculando principalmente a jóvenes y sectores laicos-, los analistas empezaron a hacer sus vaticinios, tanto así que consideran que Túnez es apenas la punta del iceberg de lo que se viene para la región, también auguran que, de todos, es el país mejor dispuesto a que la primavera sea un éxito, que es el escenario más adecuado para que realmente florezca la democracia pues tiene una clase media educada, fuertes vínculos con Europa y el país prácticamente esta desislamizado – a fuerza y por voluntad del dictador-. 

Pasan los días y las manifestaciones, mayormente pacíficas, exigen la dimisión de todo rastro del gobierno o lo que queda de la administración designada por Zine el Abidine, incluido el primer ministro. El problema que ahora afronta Túnez es la falta de políticos opositores profesionales, visibles y con la suficiente credibilidad como para convocar las fuerzas vivas de la revolución en una fuerza política estable y de largo aliento que permita llevar al país por la transición esperada pero poco planeada.

Pasa el tiempo y luego de un año de primavera las cosas no han salido como lo habían pronosticado los analistas, un tanto optimistas, las facciones religiosas se tomaron el poder –eso sí, vale la pena aclararlo, vía elecciones- en la Asamblea Constituyente. Al fin y al cabo No se pude desconocer que la religión es uno de los factores aglutinantes más poderosos y es un determinante clásico a la hora de convocar y generar identidades –del quiénes somos-, que correspondan al “deber ser” de ese Estado naciente, del cómo se concibe el Estado, su forma, fines y organización. Es así, que con el triunfo del partido islamista Ennhada las vertientes más radicales han presionado para islamizar el Estado al querer definir, a partir de criterios religiosos, el funcionamiento del mismo.

Pero las voces de protesta de los laicos –minoría aparente, dada su fracaso electoral- no se ha hecho esperar ante la declaración del primer ministro de querer hacer de Túnez un sexto califato al imponer la sharía –ley islámica- como la fuente de derecho de la Constitución. 

Vale la pena aclarar que la sharía abarca tanto aspectos morales y éticos así como sociales, civiles, políticos a partir de la interpretación de la norma religiosa, de la vida de Mahoma, las recomendaciones, comentarios y exégesis que este y otros autoridades han hecho del Corán. De manera que no solo se refiere al aspecto religioso puramente –es decir el Corán- sino a todo un estilo de vida público y privado orientado y derivado de este.

Luego de intensos debates, manifestaciones y enfrentamientos –entre extremistas salafistas y laicos- el partido de gobierno, que es islamista moderado pero cercano a la Hermandad Musulmana, decide que es suficiente con declarar, en el artículo primero de la Constitución, que el país es una República islámica con el árabe como idioma oficial.

Hoy, dos años después las cosas parecen estar peor, en algunos medios ya no se habla de la primavera árabe sino del invierno islamista en el que ha caído toda la región. En Túnez, luego del asesinato de dos líderes opositores laicos –uno en febrero y otro julio de 2013- la crisis política y social se exacerbó; la Asamblea Constituyente, órgano constituido luego de las manifestaciones, y en el que se habían puesto las esperanzas de conformación y de recomposición política del nuevo Estado, está completamente paralizada ante la imposibilidad de llegar a acuerdos ideológicos entre los representante religiosos y laicos. 

El gobierno interino se niega a dimitir esperando que una tregua entre las partes, forzada al decretar la suspensión de las sesiones de la Asamblea, permita acercamientos en función de encontrar solución a la crisis ya que por ahora las voces de protestas van dirigidas a pedir la disolución de la Asamblea y el cambio de gobierno ante el evidente fracaso ante las expectativas generadas.

La inestabilidad, la falta de confianza en los actores encargados de la transición y las pocas garantías para el desarrollo de la democracia en Túnez, predicen un incierto desenlace del sueño primaveral. Muy pocas son las esperanzas que se tienen hoy no solo en Túnez sino en la región. Sin ánimo de ser pesimistas habrá que esperar, y parece que no mucho, qué vientos son los que realmente impulsan la primavera.



Próxima entrega la primavera en Argelia. Un par de semanas después en Argelia, en un hecho similar al que dio inicio en 2010 a las protestas en Túnez, empezó la “primavera”.





Karen Sánchez Valencia
Politóloga
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA




Fuentes 




El joven mártir que cambió el destino de un país http://elpais.com/diario/2011/01/15/internacional/1295046005_850215.html


Túnez acaba con 23 años de dictadura


El chico que se quemó e incendió el mundo árabe.


El joven mártir que cambió el destino de un país.




Los tunecinos desafían el poder de Ben Ali


El gran Oriente Medio: el final de un orden


Túnez revienta



Túnez se manifiesta contra la inclusión de la 'sharia' en la Constitución


Honda división en Túnez entre laicos y “barbudos” al año de la revolución


Las provocaciones islamistas inquietan a los laicos de Túnez


Los islamistas tunecinos desplazan a los laicos del poder


Túnez no quiere la 'sharia' como fuente legislativa


Túnez, al borde del caos

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