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lunes, 8 de julio de 2013

BIOLOGÍA EN LA TORÁ - EXPONIENDO EL INTERIOR



“Tomando consigo algunos frutos de la tierra nos los trajeron y nos informaron lo buena que es la tierra que nos da El Señor nuestro Di-s”. Devarim/Deuteronomio 1:25

Para que una planta llegue a dar fruto, necesita llevar a cabo múltiples procesos en su interior. Esto procesos incluyen la transformación de la energía lumínica del sol en energía química almacenada como azúcares mediante el proceso de la fotosíntesis (1). Pero además de esto, para que la planta lleve buen fruto depende en buena medida de una serie de nutrientes y otros factores que se encuentran al interior del suelo (2). Se necesita entonces, que el interior del suelo en el cual se desarrollan las raíces sea muy bueno. 

En este orden de ideas, un buen fruto de una planta es un indicador de que la tierra de la que salió también es buena. Así lo usaron los hijos de Israel en el pasaje citado arriba, llevaron los frutos que habían encontrado y reportaron que la tierra que Di-s les iba a entregar era muy buena. De la misma manera, nuestro Señor Yeshúa en la parábola del sembrador (Mateo 13:8) dice que la semilla que cayó en buena tierra dio una cosecha (de frutos) que rindió el treinta, setenta y hasta 100 veces más de lo que se había sembrado.

Por otro lado, cada especie de planta necesita básicamente agua, luz y nutrientes, pero cada especie los necesita en diferentes proporciones y en unas condiciones específicas del suelo1. Cada planta, en este sentido tiene unos requisitos muy específicos que les permiten crecer solo en cierto tipo de suelos. De esta manera, una especie que da buen fruto y que está presente en cierto tipo de suelo, y que se desenvuelve bien en él, está indicando que el suelo tienen buenas características. Es decir, que el fruto de un árbol, saca a la luz lo que hay en el interior del suelo. Así mismo, los frutos de nuestra mente, nuestra boca y nuestras manos exponen lo que hay en el interior de nuestros ser. Yeshúa (Jesús) mismo lo dijo, refiriéndose a los fariseos: “Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto. Camada de víboras, ¿Cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca” (Matero 12:33-34).

La semilla es la palabra del ETERNO (Mateo 13:23), que busca llevar el fruto del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) en nosotros. Pero si nuestro corazón no se dispone a ser limpio y enriquecido por la sangre de Yeshúa (Jesús) cuando fue clavado en el madero, no vamos a poder llevar el fruto del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo). Antes puede pasar que otras semilla sembradas por el Enemigo desarrollen cardos y espinos, las obras de la carne (Galátas 5:19-21), en un terreno abonado por nosotros con cosas no castas, por prestar nuestros oídos y nuestros ojos a lo que no edifica.

Dispongámonos entonces a que Yeshúa (Jesús) y su Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), laboren en el terreno de nuestro corazón y lo hagan una buena tierra en la que la semilla de la palabra de nuestro Señor saque a la luz el buen fruto del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo; Gálatas 5:22-23) y que de esta manera el carácter de Mashiaj crezca en nuestra vida cada día.


1. SINNOTT EW & WILSON KS. 1963. Botánica: Principios y Problemas. Compañía Editorial Continental, S. A., México.
2. TAIZ L & ZEIGER E. Plant Physiology. Sinauer Associates, 5th Ed. 2010.



Rocío delValle Quevedo
Bióloga en Formación
Universidad Nacional de Colombia

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Desde un punto de vista equilibrado, este es un espacio para profundizar y estudiar los mandamientos que Di´s entregó en el Sinaí al pueblo de Israel y al mundo entero!