“Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo,
y todo volverá al mismo polvo” Eclesiastés 3:20
Esta parashá “Jayei Sara” que significa “La vida ó los años de Sara”, nos deja ver un estado importante en la vida de un ser humano y es el proceso que se lleva cuando muere un ser querido por nosotros y al que denominamos duelo, en el caso de Abraham dice en el capítulo 23 de Bereshit: “y Abraham vino a hacer duelo por Sara y a llorar por ella”. Sara murió a las 127 años y Abraham a los 175 años, lo que nos deja ver que la muerte de Sara fue inesperada, aún más porque Abraham no tenía preparado un sepulcro para su esposa, como nos lo relata la parashá en el momento que Abraham pide que le vendan una propiedad para enterrar a su esposa.
Desde la perspectiva psicológica, el duelo se compone de tres fases, iniciando por la negación de la realidad (con una duración general de una semana), en la que el ser humano tiene un sentimiento de incredulidad, en el que se cree que lo que se está viviendo no es real, y esta es una reacción normal generada por nuestro cerebro, ya que cuando él percibe que el dolor es superior a lo que puede resistir genera mecanismos que “minimicen” el dolor, posteriormente sigue una fase de depresión (comprendida en un periodo de tiempo de un mes a un año) conformada por sentimientos de tristeza, de angustia y en algunos casos acompañada de síntomas de depresión y que son expresados por medio del llanto, la nostalgia, la confusión, el miedo, y en el que se es consciente de la ausencia sin acostumbrarse a ella, en esta etapa se hace necesario, recordar momentos de alegría y tristeza vividos al lado de aquella persona, llorar, hablar y desahogarse; lo anterior es importante en esta fase y es tema crucial que no debe evitarse, ya que muchas veces es cohibido porque se piensa que expresar lo que se siente es malo, lo que termina reprimiendo dichos sentimientos que al no ser “liberados” terminan siendo somatizados en una enfermedad ó dolor muscular. Y por último debe venir la fase de recuperación (después del año) en la que se ha aceptado la pérdida y se ha superado el duelo.
Aunque en la Torá no se dice cuánto tiempo demoró el viaje del siervo de Abraham en búsqueda de la esposa para Yitsjak, yo pienso que a pesar que en aquel tiempo no existían los medios de transporte expreso de hoy día, dicho viaje no pudo durar un año, y esto se ve reflejado en Bereshit 24:67 “Luego Yitsjak llevó a Ribká a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Yitsjak amó a Ribká, y así se consoló de la muerte de su madre”, en ésa última parte vemos como explícitamente se dice que Yitsjak se consoló de la muerte de su madre, es decir, que él no había terminado su duelo cuando llegó Ribká, seguramente Yitsjak se encontraba hasta ahora en la fase de depresión, lo que no implica el reemplazo del objeto perdido, ni tampoco es la terminación del duelo por una sustitución u olvido, pero lo cierto es que dicho evento alegró la vida de Yitsjak.
Esta parashá está unida por la variedad de eventos importantes en la vida de un ser humano, la muerte de la madre de Yitsjak, el inicio de su matrimonio con Ribká y la muerte de su padre Abraham, lo que nos enseña que al ser mortales tendremos que afrontar dichos cambios en nuestra vida aprovechando cada evento, cada tropiezo, cada prueba para aprender y crecer como personas.
Angie Ramirez Sánchez
Psicóloga - UNAD
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