“A este Mashiaj proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él”
En esta Parashá El Eterno bendito sea ordena a Moshé que le dijera a los sacerdotes hijos de Aarón que debían seguir una serie de normas para ser sacerdotes perfectos e intachables a la hora de presentarse en la presencia de Hashem. De igual manera, indica que y como debían presentarse las ofrendas y sacrificios al Señor para ser debidamente aceptados.
Ha pasado poco tiempo cuando de manera infortunada una predicadora del contexto evangélico escandalizaba al mundo por sus declaraciones de que no era correcto de que un discapacitado(a) pudiera subir a un pulpito a dar un testimonio u enseñanza de la palabra del Eterno, ya que según su interpretación literal de Levítico 21, no era en nuestro léxico mesiánico, algo Kosher; de tal manera que atentaba con lo que ella llamaba “conciencia”. Indiscutiblemente, si nos aferráramos a este tipo de interpretaciones, ¿de qué manera podríamos hablar de las buenas nuevas, la cual es la salvación de los imperfectos por medio de Yeshúa, máxime cuando en este mundo no hay un solo justo (perfecto), ni siquiera uno? Cualquier persona que leyera la Torah sin ningún tipo de interpretación y apartando toda inclinación humanista, podría apoyar que está de acuerdo con la afirmación de esta predicadora. Pero hay que detenernos en las siguientes preguntas, ¿A quiénes se habla (Emor) hoy?, ¿Quién es el sacerdote que hoy por hoy tiene una santidad completa?, ¿Quién no está completamente impedido para ejercer el sacerdocio delante del padre?, la respuesta ya la conocemos…
Ahora bien, recordemos la escena en que Yeshua sanaba al Leproso, y levantaba al paralítico. Si bien, aquellos judíos no podían asistir al templo y mucho menos presentar ofrendas por su condición, solo bastaría escuchar a Yeshua para estar limpios y perfectos. Por consiguiente, sus pecados estaban perdonados. Yeshua los había hecho perfectos para que se pudieran presentar intachablemente en el templo lugar donde residía la shekinah; allí aquellos personajes ya podían presentar sus ofrendas de gratitud.
Muchas veces nos preguntamos cómo le podemos “HABLAR” a un familiar, amigo, compañero sobre Yeshúa, y esta Parashá nos enseña cómo hacerlo. Habla de cómo Yeshúa se conservó en total santidad para dar su vida como sacrificio aceptable, de tal manera que todo aquel que escuche el mensaje y lo acepte sea perfecto, de tal modo que por los méritos del Mashiaj nos podamos acercar al Padre y ofrecerle ofrendas de amor y gratitud.
No olvidemos conservarnos como Yeshúa nos ha dejado, y que nuestra ofrenda por fuego sean la obediencia a su Torah. Ya que la palabra dice “¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice?
Sebastian Molina
Columnista
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