No vivan según las costumbres de las naciones que por amor a ustedes voy a expulsar. Porque ellas hicieron todas estas cosas, y yo las aborrecí." (Levítico 20:23, NVI)
A la luz de la escritura encontramos advertencias frecuentes hacia las malas compañías. En Romanos 12, versos 2 al 8, Pablo exhorta a la comunidad en Roma a "no adaptarse a las conductas del mundo". Ésta misma advertencia brinda al pueblo creyente en Éfeso (Efesios 4:17 - 32), donde buscando un punto de comparación en el Mesías, llama a la comunidad a ser ejemplo de una Nueva vida en Yeshúa. A los Colosenses (3:10) exhorta a estar revestidos del Nuevo hombre, dejando atrás conductas nocivas. Por otro lado Pedro nos confirma que no podemos conformarnos a los deseos del Mundo (1 Pe 1:14) e Incluso Juan nos recuerda que nuestro amor no debe estar puesto en las cosas del Mundo (1 Jn 2:15).
Acerca de dejarnos influenciar por conductas negativas, Yeshúa expresó "Tengan Cuidado con la levadura de los fariseos" (Mt 16:6). También afirmó que los deseos por las cosas del mundo y sus preocupaciones, puede ahogar la palabra de Di´s y volverla esteril. (Mr 4:19). Es Claro que la conducta de otras personas puede afectarnos, de una manera positiva o negativa, al punto de tener repercuciones sobre nuestra vida y nuestra relación con Di´s.
Leyendo la parashá semanal, encontramos la misma advertencia que nuestros padres nos hicieron, o que nosotros, en función de autoridad, seguimos haciendo: Ten cuidado con quien te relacionas, ella es una mala influencia para tí, no te dejes influenciar por los demás, se una influencia positiva... etc. No es extraño que Di´s, como Padre celestial, quizo y quiere cuidar de nosotros y de nuestro bienestar. En ocasiones nuestros hijos sienten que estas palabras carecen de valor o que son expresadas con el único propósito de molestarlos, por lo que surje una pregunta. Cómo realmente incidir en la elección de buenas amistades para nuestros hijos?
Las malas compañías resultan atractivas porque son personas que se atreven a hacer lo prohibido. Tienen una imagen romántica porque emocionan y producen admiración, pero casi siempre terminan mal, porque se empeñan en caminar por la cuerda floja, no tienen miedo y tampoco nada que perder.
La mayoría de los padres suelen discriminar cuando alguien trata de pretender ser amigos de sus hijos y parecen tener una tabla de clasificación a la hora de evaluar las compañías que tienen. Recuerdan el viejo refrán “Dime con quién andas y te diré quién eres”, difícil de olvidar cuando algún desconocido se atreve a cruzar el umbral de sus casas.
A simple vista parece una crueldad pero ocurre que los jóvenes no pueden darse cuenta que una mala compañía puede llegar a ser un probable delincuente en potencia, principalmente cuando trata de rodearse de personas más débiles para dominarlas y utilizarlas para algún propósito riesgoso
Los adolescentes de carácter débil, tímidos, generalmente llenos de conflictos y descontentos consigo mismos y con su familia, son la presa fácil para estos sujetos que están al acecho buscando una víctima para sus audaces caprichos.
Esa conducta antisocial es sin lugar a dudas el resultado de hogares deshechos, falta de continencia familiar, abandonos, pérdidas tempranas y abusos y es muy difícil que puedan lograr una buena adaptación con esos antecedentes. Por eso, si la personalidad se lo permite, suelen dirigir pandillas donde pueden encontrar un continente todos los débiles de carácter, con un entorno hostil.
Sentir el rechazo de la familia, falta de afecto y mantener con ellos vínculos enfermos producen un monto de agresividad que necesita ser canalizado de alguna forma y la barra es el ámbito ideal.
Para incidir de una manera positiva en las amistades de nuestros hijos, debemos recordar:
- Procure que Nuestros Jóvenes gocen de seguridad emocional y psicológica en su hogar (de no tenerlo, buscarán esta seguridad en cualquier grupo de error)
- Fortalezca el carácter de nuestros hijos, conforme a las situaciones que vivan (la mejor manera de hacerlo es acompañándolo en estas situaciones y dirigirlo, sin imponerle una respuesta. Un ambiente cohercitivo sólo provocará el alejamiento de nuestros jóvenes)
- Busque personajes, que conforme al caracter de su hijo, pueden convertirse en personajes de admiración y respeto, Recuérdele que cualquier personaje que el elija (empresario, hombtre de negocios, Experto en tecnología o personaje bíblico) tiene dificultades individuales, que todos pasan por estas situaciones y que es en la dificultad donde realmente sus actos son contados como valerosos.
- Relaciónese con personas que le gustaría que sus hijos se relacionaran. El 90% de la conducta de nuestros hijos es aprendida y el 65% de esta conducta se aprende de los padres.
- Pregúntele en cada momento lo que cada amistad le aporta a la vida de su hijo. El reflexionar constantemente lo que él ha hecho por los otros y lo que los otros hacen por él, creará lazos fuertes con las amistades más sinceras y valiosas, y romperá las relaciones que no le aportan nada en su vida.
- Cree hábitos saludables e integrales en tus hijos. El tener buenas costumbres en casa, generará que tus hijos busquen el mismo modelo en sus amigos y en su diario vivir.
La entrega de la Torah a Israel y la construcción de normas es una de las maneras que Di´s tuvo de implantar en nosotros hábitos saludables. Otra de ellas fue el exhortar a su pueblo a cuidarse de con quien o quienes se relacionara, enseñando que naciones eran de su disgusto, con cuáles no podrían establecerse relaciones comerciales ni maritales, y cuales en un futuro podrían ocasionarles algún tipo de daño.
En hebreo, el verso 23 del capítulo 20 de Levítico dice: וְלֹא תֵלְכוּ בְּחֻקֹּת הַגֹּוי "ve lo telkú bejukot hagoi", el cual literalmente menciona: No caminarás en los estatutos de las naciones. La palabra que fue traducida en nuestras versiones como "costumbres" en hebreo es reconocida como "estatutos". Esto nos deja una bonita enseñanza: La falta de leyes, disciplina, normas en el hogar, harán que nuestros hijos busquen "estatutos y leyes" en otros grupos sociales.
De tí depende a quíen seguirán tus hijos
Angel Marceló
Psicólogo en Formación
Universidad Nacional de Colombia
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